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En Chile, se cumplen 52 años del golpe de Estado sangriento y traicionero del general Augusto Pinochet contra el gobierno constitucional del socialista Salvador Allende, dando como resultado miles de muertos, desaparecidos y la violación de los derechos humanos y políticos de los chilenos. Este golpe fue financiado y apoyado por el gobierno de EE. UU., siendo Richard Nixon presidente y Henry Kissinger secretario de estado. Según Nixon, “nuestra principal preocupación en Chile es la posibilidad de que (Allende) se consolide, y que su imagen ante el mundo sea su éxito”.
El llamado modelo chileno debe su inspiración a la doctrina más cruda de la libertad de mercado expuesta por Milton Friedman, profesor de la Universidad de Chicago, que después de haber visitado Chile el 21 de marzo de 1975, le escribió a Pinochet una carta:
“Nos hicieron sentir como si realmente estuviéramos en casa”. ¿En casa? Todavía en el Estadio Nacional los gritos de dolor de los muertos y torturados resonaban. Pero Friedman, como todo economista, no se permitía un sentimiento ni una debilidad que nublara su análisis hipotético deductivo riguroso.
El diagnóstico friedmaniano fue que el problema económico fundamental de Chile era la inflación y la promoción de una saludable economía social de mercado. La causa de la inflación era el gasto público que “debe ser financiado emitiendo una mayor cantidad de dinero”. Recomendó entonces “reducir drásticamente la tasa de incremento en la cantidad de dinero reduciendo el déficit fiscal”. Esta receta se expandió por toda Latinoamérica y en Colombia se convirtió en una regla fiscal.
En cuanto a la “promoción de una saludable economía social de mercado”, el adjetivo social es la piel de oveja del economista, Friedman apuntó que se debe priorizar “la eliminación de la mayor cantidad posible de obstáculos que entorpecen el desarrollo del libre mercado. Por ejemplo, suspender la ley actual que impide el despido de los trabajadores. En la actualidad, esta ley causa desempleo”. Eso se pretende en Colombia con las leyes laborales neoliberales.
Igualmente, apuntó que hay que “eliminar los obstáculos a la creación de nuevas instituciones financieras”. Así, el sector financiero somete la economía a su dominio, no la sirve, como sucedió en Chile y Colombia. Hablaba de “eliminar la mayor cantidad posible de controles sobre los precios y salarios”. Por lo tanto, el pleno empleo se haría una realidad.
La regla del mercado se aplica a todos, según Friedman: “La empresa privada tendrá la facultad de gozar de las recompensas del éxito solo si también arriesga soportar los costos del fracaso. Todo hombre de negocios cree en la libre empresa para todos, pero busca también favores especiales para sí mismo. Ningún obstáculo, ningún subsidio; esa debiera ser la regla”. Sin embargo, la nación de empresarios no surgió y fue reemplazada por una nación de oligarcas, que son salvados por sus gobiernos de “compadres”, con el dinero público para consolidar sus privilegios.
Los pobres también tienen su lugar en la demagogia y el corazoncito de Friedman: “Tome las providencias necesarias para aliviar cualquier caso de real dificultad y severa angustia que se dé entre las clases más pobres. Indirectamente, algunas de las clases menos privilegiadas serán afectadas. Por lo tanto, sería beneficioso tomar ciertas providencias de este tipo en dicho programa”. Alma caritativa.
Por otro lado, el objeto del programa económico es sentar “las bases necesarias para lograr la promoción de una efectiva economía social de mercado”, que no ha sido posible desarrollar porque las “tendencias al socialismo que comenzaron hace 40 años (se refiere al New Deal y al liberalismo keynesiano) y que alcanzaron su lógico, y terrible clímax, durante el régimen de Allende” lo impidieron.
Lo más importante, según Milton era la “liberalización del comercio internacional para, de este modo, proveer de una efectiva competitividad a las empresas chilenas. Lo anterior no solo mejorará el bienestar del chileno común al permitirle adquirir todos los bienes al menor costo, sino que también disminuirá la dependencia de Chile en una sola exportación de importancia: el cobre”.
No solo no disminuyó, sino que aumentó, Chile sigue siendo una economía de productos básicos. Pero, la General Motors también se quedaría con una parte del pastel: “quizás la mayor recompensa en esta área se obtendría a través de la liberalización de la importación de vehículos motorizados”. Cobre por carros, ventajosa especialización para los EE. UU.
Concluyó diciendo: “hace unos cuarenta años atrás, Chile, como muchos otros países, incluyendo el mío, se encausó en la ruta equivocada (…) si Chile toma hoy la senda correcta, creo que puede lograr otro milagro económico. Despegar hacia un crecimiento económico sostenido que proveerá una ampliamente compartida prosperidad”. Sinceramente, Milton Friedman.
El autor de La libertad de Elegir (1979) se convirtió en ideólogo del dictador y de otros tantos, que abundan por estas tierras aunque no vistan uniforme militar, mientras la economía posa como prostituta al servicio de los intereses de los poderosos. Friedman santificaba como ciencia la política neoliberal conservadora, que más tarde se consolidaría en el Consenso de Washington como el vademécum del crecimiento y el desarrollo. El uso del adjetivo neoliberal causa rasquiña a muchos, pero Friedman fue uno de los primeros en usarlo en “El neoliberalismo y sus perspectivas”.
Milton Friedman Le Mostró a Pinochet El Futuro de Chile 12-09-2025 by René Ramón Poblete Arizmendy